El secretario general, Leo Fernández, y el secretario general de provincia de Buenos Aires, Rogelio Amondarain, participaron de la 42° edición, que se realizó en Mar del Plata.
- 11 agosto, 2025
El secretario general, Leo Fernández, y el secretario general de provincia de Buenos Aires, Rogelio Amondarain, acompañaron a la Pastoral Social de la Iglesia Argentina en la 42° edición de la Semana Social, que se realizó en la ciudad de Mar del Plata del 8 al 10 de agosto.
Bajo el lema “La Amistad Social como sueño y camino – El Legado de Francisco”, participaron de diversos paneles y talleres que reflexionaron sobre el presente y futuro de la educación, el trabajo, la economía, el desarrollo integral humano, la articulación interinstitucional y la posibilidad de construir una amistad social que nos devuelva una perspectiva de futuro con esperanza.
En las jornadas en las que primó el diálogo y el intercambio, estuvieron presentes referentes sociales, políticos, sindicales, empresariales, religiosos y de movimientos sociales de todo el país. El acto inaugural estuvo a cargo de Monseñor Dante Braiday de Monseñor Jorge Giobando.
Asimismo, tuvieron lugar el lugar los conversatorios “Política y construcción de la Amistad Social” –con panel integrado por Monseñor Colombo; Martín Llaryora, gobernador de Córdoba; y la vicegobernadora de Santa Fe, Gisela Scaglia–; “Leer la realidad desde las periferias” –en el que participaron Pablo Vidal, María Migliore y Alejandro Gramajo–; “Economía y Trabajo” –con los invitados Pablo Flores, Facundo Pascutto, Silvia Bulla y Ariel Guarco–; “Pacto Educativo para el Cuidado de la Casa Común” –con las exposiciones de Agustina Rodríguez Saa, María Eugenia Di Paola, Bruno Rodríguez y Mercedes Pombo–; y “Tecnología y Desarrollo Humano Integral” –con panel compuesto por Jorge Calzoni, Gustavo Béliz y Milagros Schroder–.
Como dijo el Papa Francisco, en su encíclica Fratelli Tutti, la política no puede renunciar al objetivo de lograr que la organización de una sociedad asegure a cada persona alguna manera de aportar sus capacidades y su esfuerzo. Porque ‘no existe peor pobreza que aquella que priva del trabajo y de la dignidad del trabajo’.
“En una sociedad realmente desarrollada, el trabajo es una dimensión irrenunciable de la vida social, ya que no sólo es un modo de ganarse el pan, sino también un cauce para el crecimiento personal, para establecer relaciones sanas, para expresarse a sí mismo, para compartir dones, para sentirse corresponsable en el perfeccionamiento del mundo, y en definitiva para vivir como pueblo”, escribió Francisco.